Me arrancaron el hombro
donde lloraba,
y tus palabras
se perdieron en la distancia.
Me cegaron los ojos que te miraban,
y tu sonrisa cálida
quedó olvidada.
Quedaron sordos los oídos
que te escuchaban,
y enmudecieron los susurros
que tanto me confortaban.
Me privaron del tacto de tu piel
sedosa y aterciopelada,
y sentí el dolor en mis manos
porque ya no te tocaban.
Desapareció el olor que tus cabellos emanaban,
dulce y tierna inocencia
perdida en la mañana.
Se avinagro el sabor de tus besos
que apasionados dabas,
y un escalofrío recorrió mi cuerpo,
al darme cuenta,
de que tu ya no estabas.