Asombrado por el ecosidio que mata las rosas del amor,
Que dormían sollozas a un lado de la conciencia,
Un ángel las regaba con agua del lago,
Pero la inclemencia del sol nutrido,
De calor y olvido,
Y una mujer que mato el amor
Que era un amasijo de rosas,
Cortando los tallos
De un sentimiento creciente,
Y hacer de sus pétalos
Fuego de ego
Para calmar sus constantes
Y absurdos desvaríos…
Hoy ante la vida,
Antes dios en el cielo
Me rindo ante lo vivido,
Y el corazón sumergido
A diez mil pies de profundidad,
Buscando consuelo
En las entrañas de lo inexplicable,
Que no concibe en mente humana,
Tal ecosidio
A las rosas del amor,
Que no tienen culpa
Del error
De ser lo que yo más amaba,
Y que en tu maldad
El odio entrañaba.