Creo en ti, que a los vientos desafías
con el ímpeto silente de espadas irreales,
creo en ti a las horas que de algún día
traen lsa marcas del destino en sus costales.
Creo en ti, como en la divinidad misma situada
a la vera irreprochable de celosos caminos,
creo en ti, porque a cada paso acicalas
el vástago pudiente que atrae a mis destinos.
Creo en ti, pensadora sutil de otros tiempos
donde te rodean hábitos, constantes, necesarios,
creo en ti, que al ser mujer en mi silencio
planeas ocasiones de entrar en mi calendario.