I
Me miré en tus ojos,
ojos de hombre moreno,
moreno corazón noble,
noble, amante y sincero.
Viajé por tus sentimientos,
sentimientos hechos nidos,
nidos fueron tus brazos,
brazos fuertes, aún niños.
Me refugié en tu pecho,
pecho fuerte, puro, tibio,
tibio amor, recibí dichosa,
dichosa besé los lirios,
lirios frescos, de tu boca,
boca, que experta me besa,
besa mi paisaje entero,
entero, mi cuerpo es tibieza.
Tibieza que despertara,
niña, mujer, hembra, princesa,
princesa, sólo en tus brazos,
brazos fuertes, en tu piel presa.
II
Déjame hacerte un poema
moreno, corazón tierno,
tu que has bajado al valle,
ya conoces, lo que tengo.
Las hadas de la laguna
han terminado mi traje,
el talle de madreselvas,
en la falda vuelos y encajes,
mi tiara entregó la luna,
Ondina me ordenó el cabello,
y con tus dedos expertos
le diste el toque bello.
Moreno, ojos de aceituna,
de sonrisa ancha y plena
en tus manos ¡Musa Eterna!
y de tu alma ¡Compañera!
II
Déjame hacerte un poema
moreno corazón tierno,
y que se mueran de envidia,
la luna y el crudo invierno.
La luna, por que la Ondina
al leer, le susurrará,
de los sueños que he tenido
y que ella, jamás tendrá.
El invierno por que no sabe
de petunias ni azucenas,
de la fragancia más suave,
que con amor, tu me entregas.