El soneto se hizo prosa

Estando solo voy tarareando tu nombre,
Repetirlo, no sé porque tanto me gusta,
en su persona muy bien se ajusta.
Pronunciar se me hizo costumbre.
De repente mi alma entró a su reino,
se desprendió de mi carne para adorarla,
en la noche la viste de luna, para besarla.
Sus cabellos de oro con los dedos la peino.
Ahora se me hizo hábito enviarle rosa.
¿Será que el narciso encontró su jazmín?
Y tal vez la convierta en su esposa.
Acaso encontrará calma mi alma al fin.
Sin alma el soneto se hizo prosa,
Pues su nombre es la flor más hermosa.