Y aquí estás de nueva cuenta,
siempre al pendiente,
siempre atenta.
Sentandote a lo último en la mesa;
cuando ya todos hemos comido,
es cuando estás ya quieta.
Sin tener un trabajo remunerado,
el que hacer diario es tu encomienda.
Resultando este más fatigoso aún,
que la más empinada cuesta.
Y en honor a tu persona,
un día entero por ti se conmemora.
pareciendome incluso insuficiente,
para alabar a tan grande señora.
Sin importar el lugar o la hora,
sin importar si es otoño o primavera,
me encuentro escribiendo estas líneas,
esperando se acerquen aunque sea un poco
y hagan mella en tu persona.
En deuda estoy con Dios de por vida,
por permitirme ser hijo de esta señora,
que no tomando en cuenta mis defectos,
extiende los brazos para recibirme a cualquier hora.