Pobre barco mío

Llegaste con el nombre cambiado
y con el alma llena de dudas;
la temprana mañana te trajo hasta mí
con el filo afilado y con un sol que apenas me alumbra.
Llegaste cómo si nadie te hubiera llamado
cómo si el mar, desde siempre, te estuviera esperando
por que al final, tan solo a él perteneces
tan solo, él, te merece…
Un frío recorrió mis entrañas
de norte a sur, de este a oeste
cómo si de un meridiano me hubiera prendido
cómo si en el regazo del ecuador, me viera mecido.
Tanta alma, tanta ilusión
¡que pronto se desvanece!
que fácil resulta soñar
soñar, con quien no lo merece.
No sé a donde voy, ni sé de donde vengo
tampoco sé, lo que hago metido en este crudo invierno.
Lo que si sé, es que lo que tengo,
no vale, no vale ni para el infierno.
¡Barco de mis ilusiones!
¡barco, de mi “Nuevo Amanecer”!
¿por qué viniste de tan lejos?
para apenas dejarte ver.
Creo que te conocía de siempre
que de siempre, te esperaba en la sombra,
en la sombra que ilumina mi pecho
en esa que nunca entró nadie.
Hubiera esperado que tú ocuparas el hueco
que siempre estuvo esperando, a ese inquilino que no paga,
a ese que pasa por la fonda
sin dar apenas las gracias.
¡Barco de mis ilusiones!
¡barco de mi “Nuevo Amanecer”!
¿por qué viniste de tan lejos?
para apenas dejarte ver…