Toda mujer nace con el deseo de ser madre. Al crecer, toda su vida es preparada para ello.
Se les enseña, se les explica y tienen como meta ser la mejor de las madres.
Pero al llegar la hora, los nueve meses de espera son largos y emocionantes. Una siente cómo el bebé crece en sus entrañas, se va haciendo una personita y en cada suspiro tuyo le das un poquito de lo que tú eres.
Al nacer, ese ser pequeño e indefenso se ocupa de tu vida y tú ya no eres tú, tienes complemento, y los días pasan y este ser se forma en un hombrecito, heredando tus virtudes y defectos, y tú dices no puede ser mis defectos? y te preguntas este hombrecito habrá tenido suerte de haber caído en mis manos?, lo haré un hombre de verdad?, será lo que la gente espera?
Aún así la duda crece, crece y nunca dejas de pensar, habré hecho lo suficiente?
Tú sólo sabes que perdiste tu identidad para crear otra y al fin de cuentas te quedaste sola, porque este hombrecito crecerá, se hará un hombre y se irá...