Mujer blanca mía.
Blanca como la harina,
que nace del corazón de la pachamama.
Tu delicada alma
está envuelta en la turgencia de tu cuerpo.
Cuerpo de carnal manzana,
donde el rayo golpea y se parte,
precipitado como el jazmín a la sombra de tu territorio.
Mujer de risa blanca como espejismo.
Aroma espeso,
destilando alhelí en tu pelo de velo.
Cubriendo la belleza
de tu cuello de cisne blanco y alas celestes.
¡ Hermosa mia ¡
Recojo de la noche la espuma indeleble
de la estrella reluciente, moldeada en tu frente,
bajando por tus ojos de naturaleza viva.
Mientras,
en la cresta lumínica de tu mirada,
me siento en tus pestañas de rama en flor,
a contemplar tu estatura, como el cristal impuesto en el agua.
Y como la crisálida vestida,
aguardo tu boca abierta de aliento
para emprender el vuelo desde tus ojos de montaña.
Con la cálida brisa de tu suspiro
en los pasillos de los poderes del aire,
donde el viento reina y parte mi capullo.
Surgiendo juntos, como mariposas apareadas,
desde nuestra torre de luz y aliento de atalaya