Sabes contagiarme,
y por aproximación
lógica,
desde cada apagón de lunas
y misterios,
te contagio inexorablemente,
porque data la ilógica,
desde tiempos memoriables,
sobre la razón del amor,
cuna sensorial
de arcángeles dormidos.
Me contagias
asi de repente,
de tu piel, de tu sonrisa
única y perdurable,
de tus manos benignas y
tu lealtad traficante
de emociones duraderas,
y te contagio,
de bohemia y paciencia,
de batallas, ganadas y perdidas,
de años entre masacres y
amores furtivos.
Nos contagiamos,
viscerales, únicos,
acérrimos enemigos
de la rutina y ocios
innecesarios,
y nos queremos,
sin dudas ni filtros,
con la sabia percepción
de la verdad,
aún en deudas de caricias
y de sábanas que nos esperan,
pero con la sensación
de renacimientos tan puros
como reales!