De mala entraña has de proceder, pues tu putrefacto veneno, recorre todo tu ser.
En la oscuridad de tu cubículo, porque tu vil cara te averguenzas de mostrar y ver, haces gala del anonimato, para públicamente a una mujer ofender.
Las palabras , tienen la punta y el filo de la espada, hieren y matan. Pero tú ¿ qué puedes saber? si ellas son de hidalgos caballeros y tú,
solamente de plumas muertas, seguramente robadas a algún águila
que cayó.
La justicia divina, a arder eternamente en el infierno te condenará,
Por haber en público, ofendido a una mujer.
Susana Valenzuela 10-11-09