La inocente excusa

Por el inestable colorido vegetal, ensayo sonrisa,
ayer parecía soberbio siendo tan frondoso,
donde se anidaban las aves muy de prisa,
tal vez intuyendo la venida del tiempo ventoso.
Compartí el último pan con las palomas,
entres desnudos arboles desmayados en mi otoño,
mirando cada descolorida hoja, cómo se desploma
parece morir en el viento sin los retoños.
Que inocente es, alimentar las palomas con mi resto
con el resto de pan, pensando que es mío,
o creyendo que mis versos sin escribir son estos,
con las lágrimas desoladas y un clamor vacío.
A la estación, en la plaza quise dejar desmayada,
pero yo sé que un día debo rendir cuenta,
por haberme entretenido en versos, ó la nada,
el tiempo desperdiciado en ellos, no cuenta.
Al escaparme en la otra cara de la moneda
hallé la cara seca, al suelo se precipita mi llanto.
La dama vestida de negro ya espera en la vereda,
me estrecharé a sus brazos sin asombro ni espanto.
Entonces se cerrará mi cofre con llave de hielo,
muy dentro estará un papel con mis versos
al igual que yo, a merced del viento, lejos del cielo,
todo porque la mujer amada me negó sus besos.
Autor: Alcibíades Noceda Medina