Sabes mi cielo, en nada soy bueno.
Al pasar el tiempo aprendí una cosa;
a esperar, a pesar bastante penosa,
un solo segundo se vuelve eterno.
No me siento solamente esperándote;
me sumerjo en tus bellos ojos serenos,
así voy matando los días sempiternos
mientras, me amarro al deseado dote.
Mi perseverancia creo dar resultado,
aquí estoy firme como un soldado,
pues tú también cumples tu promesa,
es la razón que nunca me fastidiaré
en tiempo de esperarte. No claudicaré:
pues, ya veo en ti; ese temple piadosa.
Autor: Alcibíades Noceda Medina