El valor

fue un manojo de hierbas
cogidas con esmero
y transplantadas a recipiente
adecuado, para regarlas,
cuidarlas y mimarlas.
Para poder observarlas
mientras alzaban su tallo
para recrear en su presencia
y poseer como hacienda
Y sin ofrecer resistencia,
luego, al paso del tiempo si acaso, destruirlo y apartarlo
para cuando la esperanza de un fruto
viese incompatible con el verde
de sus hojas hendidas
para cuando la espera de un nuevo tallo
se enlentezca a nuestra veloz mirada
para cuando el aprisionamiento
de sus raíces no ofrezca más frondosidad
Porque cuando no se quiere
basta con rechazar y obviar
para que el tiempo dé el último hachazo
Porque hasta para abrir a la muerte
el tiempo es perdido si lo que se quiere
es vivirlo con intensidad, aunque sea
para regar las demás plantas del huerto.