Traviesa mente profunda,
revolviendote en los colores de un pensar,
elevandote a lo imposible, no para tí,
me llevas a violar los límites de la piel,
del alma y del corazón.
El pecado te es indiferente,
y la carne tu más potente conductor.
Más libre y poderoso no lo hay en este cuerpo,
el cual manejas a tu antojo y sin piedad.
Entorpeces a la marcha mandatoria,
pero creas fantasías que enriquecen cada poro,
que alivian soledad,
estremecen el espíritu.
Te controlo, te sostengo con gran fuerza,
rechazo los amantes que me inventas,
pero vences, me sometes, y los amo y disfruto...
éxtasis, esplendor, magnificencia,
...pero vuelvo a la realidad.
Wilfredo Piazza Carrillo