COMO LA HOJA Y EL VIENTO. . . .

amanece una fría mañana de domingo
en otoño. El viento sigue soplando
con fuerza.Cuando reúno el valor suficiente,
me animo a salir a dar un paseo.
El viento no ha tenido compasión.
Ha terminado de desnudar
Los árboles de hoja caduca,
El paisaje tiene una belleza desoladora.
Como la de una hermosa joven de luto,
en la que la tristeza de su mirada
no empaña la belleza de sus facciones
Estas cosas ocurren todos los años en otoño
Es lo normal, Nada extraordinario.
Cuando contemplo un árbol
todavía verde en mi recuerdo,
al que sólo le queda una hoja enrojecida.
Al mirarla, me viene a la memoria
la imagen de un soldado
que sostiene su bandera,
aún cuando al resto de su unidad
no le quedan fuerzas para seguir luchando.
Su color rojizo delata
una profunda debilidad.
El árbol del que forma parte
tiene que guardar sus fuerzas
para el invierno y ya no puede alimentarla
con la savia que necesita.
En esas condiciones no podrá soportar
los continuos ataques de un viento
inmisericorde. En cualquier momento
se soltará del árbol
y aceptará su inevitable destino.
Mientras, podrá sentir el orgullo
de ser la última en su especie
que todavía resiste.
Podrá sentir la soledad
por la pérdida de sus amigas y compañeras.
En algunos momentos quizá se cuestione
si vale la pena seguir en estas condiciones,
o incluso, si está haciendo lo correcto.
¿Me admiran o se ríen de mi?
Sin embargo sé que está decidida a luchar,
y no se rendirá mientras le quede
un hálito de aliento en su frágil cuerpo.
Y es que algunos días. . .
no puedo evitar sentirme
como esa hoja. . .