- La Tortura -

De nuevo vuelvo a ti, como cada noche, y como cada noche enciendes mi pasión, pero esta vez las cosas van a cambiar…
Todo comienza con un beso, me besas, te beso… el calor va aumentando, solo se oyen nuestras respiraciones cada vez más agitadas. Buscas mis manos, entrelazando tus dedos con los míos. Me separo de ti, te sonrío maliciosamente, esta noche te toca sufrir amor…
Te empujo con decisión haciéndote caer sobre la cama, me miras y tu mirada revela un sentimiento de confusión y placer. Ahora vuelvo, no te muevas…
Antes de que puedas pensar, vuelvo a ti, con mi sonrisa pícara, las manos a la espalda, sabes que escondo algo pero no te lo dejo ver. Te has quitado la camisa, dejando abierta una puerta a la imaginación.
Tomo una de tus manos y al fin ves lo que escondía tras de mí.
Pongo uno de los grilletes en tu muñeca derecha y subo tu brazo por encima de tu cabeza, haciendo que quede a pocos centímetros de los barrotes de la cama. Tomo tu otra mano y abrazo tu muñeca con el otro grillete.
La excitación va aumentando, puedo notarlo en tu respiración, puedes notarlo en la mía.
Ahora estás inmóvil, estás a mi merced, puedo hacer contigo lo que quiera…
Desabrocho tu pantalón haciéndote quedar al desnudo, ahora puedo ver tu excitación, algo que solo podía imaginar.
Acerco mis labios a los tuyos, apenas te rozo, mis labios solo se abren para morder suavemente los tuyos, intentas levantarte para buscarme, pero no puedes, yo te lo impido. Me levanto de la cama, aún no ha comenzado la tortura…
Salgo de la habitación con tu camisa en la mano… aún no puedes creerlo, no hablas, solo puedes resoplar, me llamas por mi nombre, pero no te respondo, solo un momento después abro la puerta, lentamente, para que puedas verme poco a poco.
Llevo puesta tu camisa tapando levemente mi anatomía, mi ropa interior, ahora eres tú el que sonríes maliciosamente.
Me acerco a la cama, vuelvo a acercar mis labios a los tuyos, cierra los ojos te susurro… notas algo suave en tu cara, intentas abrirlos pero no puedes, te los he tapado para que la tortura sea aún mayor.
Y comienzo a besarte, paseo mis labios, mi lengua por tu cuello, te muerdo, no te resistes, mis manos se pasean por tu cuerpo, bajando hasta tu pecho desnudo, sigo besándote, mi lengua se desliza por tus pezones, juguetona, mis labios ayudan a aumentar tu excitación y sigo bajando.
Mis uñas arañan suavemente tu torso erizado por el placer, me detengo un instante, me gusta mirarte, me gusta ver tu boca entreabierta, esperándome…
Sigo bajando por tu cuerpo, separo tus piernas, beso tus caderas, tus muslos, el interior de tus muslos, dejando intacta la zona que más deseas, solo la rodeo, sin tocarla, sin rozarla apenas con mis labios, sigo bajando, acariciándote, solo hablas para suplicarme.
Comienza de nuevo el juego, vuelvo a tus labios, te beso apenas sin tocarte, con mi lengua acaricio tus labios, sacas tu lengua, te muerdo suavemente dejándote con ganas de mí. Bajo hasta tu pecho, tu respiración agitada me excita, te observo un momento, bajo mi cabeza hasta tu cuerpo, de nuevo bajo y a cada centímetro, tu excitación aumenta. De nuevo entre tus muslos, separas tus piernas, de nuevo me suplicas, no seas mala me dices… ahora ha llegado el momento.
Acerco mi boca a tu sexo, notas mi aliento cálido, la humedad de mi lengua se deposita en ti, besos, caricias te proporcionan el placer que buscabas. Introduzco tu sexo en mi boca, suavemente, acariciándolo con mi lengua, insinuante, abrazándola con mis labios mientras mis manos siguen acariciándote. Elevo tus piernas, flexionándolas, dejando al descubierto otro placer antes desconocido para ti.
Mientras mis manos te elevan al placer, mi boca recorre cada rincón del interior de tus muslos, de nuevo me suplicas, de nuevo susurras mi nombre.
Me levanto de la cama, cuidadosamente para no romper el silencio solo ahogado por tus gemidos.
Retiro de mi cuerpo la ropa que antes me tapaba, vuelvo a ti, vuelvo a besarte, ahora si, dejando que tu lengua luche contra la mía en un baile infinito. Abro mis piernas sobre ti, puedes notar el calor de mi sexo, la humedad que has provocado.
Silencio, tomo tus manos aún atadas a la cama y poco a poco te vas introduciendo en mí. Solo nuestras respiraciones, solo el placer provocado, el ritmo acompasado va aumentando, más y más, necesitas estar dentro, necesito sentirte…
Ahora si… siento que te derramas en mí, siento los latidos de tu placer tan dentro de mí como tú mismo. El placer ha llegado a su punto más alto, tras unos segundos, vuelco mi cuerpo sobre el tuyo, quedo quieta, solo escuchando el latido de tu corazón agitado.
Libero tus manos y me rodeas, apretándome fuertemente contra tu pecho, te quitas la venda de los ojos, me coges la cara, mirándome de frente.
Te beso dulcemente.
Esta batalla ha terminado…