Fúlgido sol, esa tarde veraniega
tú, yo, y nadie más, en la alcoba
provocando fuego sobre calor
besos en la boca, besos en el cuello
besos en toda tu tierra fértil
y todos eran violetas, entre besos y más besos
caricias rojas despertando del letargo
mis más sublimes pasiones y deseos.
Esperanzas verdes tenía en mis limpias
manos callando un gemido barnizado
que en el cielo azul se escuchaba, y, tu simpatía
seguía sin descansar pintarrajeando
mi psiquiatrico corazón.
Sin querer en la piñata arcoiris te metiste
y en confianza gris cercenaste la rutina,
con tu coloridas manos disenando todos
los días diferentes, con nuevo aliento
y otro estilo y otra crónica.
Silbando y volando fuiste donando algo rosado,
regalando algo color a ti, fuiste domando
con mimos cada furia negra en mi cuerpo
y surcando con sensación mi alma blanca y piel color de amor.