SIEMBRAME

Extiéndete bella criatura indomable
sobre este pecho de planicie
donde no amenaza el tiempo.
En el respiro de tu senda
horádame los ojos
con esas transparencias
que cuando amanezca
serán dos pueblos de almendra.
Trae mitones blancos
sobre tus manos de polvo,
siémbrame con esas dos begonias
que las trompetas no derrumban.
No hay espuma profética
entre tus uñas de cuarzo
donde guardas hojas calientes
de cristales que tañen
como las campanas de mis sudarios,
combatiendo como soldados
valientes
ante esa piel que reclamo.
Tiéndeme tus frutos
sobre la sombría mesa,
que reluzcan espadas de surcos
en esta estrella que te entrego
con follaje de selva.
Garra dispuesta a la entrega,
boca que no tiembla
en la balanza de las perlas,
cuerpo que te abres
a este país de entrega.
.
Repárteme en raudales de vino por todo tu mapa.
Copa de agua mía,
cobíjame en tu bruma de casta,
que se abran surcos en la montaña y
planta mi panículo extendido
una mañana de trigales santos.
Pan que tuerces la romana de los astros
desequilíbrame sin pausa de sangre
que en este tiempo sin mensura
me tiña la harina albar de tanto amarte.
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