Cristal esmerilado

Porque nada tenía te pidió una ayuda
y porque nada tenía la negaste.
No advertiste que no la hubiese requerido
si algún talento en él brillase.
Sería paradoja, singular y dolorosa,
que teniendo su luz propia, se atreviese
a buscar tu caridad, tan humillante,
como un pordiosero la mendiga.
Mas no te sientas una gema en la corona
al ignorarlo, eres común cual baratija.
Es que suele ocurrir que prioricemos
el propio interés al de un hermano.
Que un cristal esmerilado deslicemos
entre nosotros y esa súplica dolida
cuando la ayuda, a veces ostentosa,
no reditúa suficientes frutos
en la honra personal o en la fortuna.