Epifacio troll. Maduración.

Epifacio troll. Maduración.

"La mente es su propia morada y por sí sola puede hacer del cielo un infierno y del infierno un cielo" (John Milton)

He palpado el mal asentado en la niebla.

Mirando el principio que se acerca

me admiraba al ver a Nietzsche

maltratado, deshumanizado y humillado

frente a la compasión divina.

He estado tentado por el noveno círculo,

aquel que está impregnado de hombres congelados

en el lago de hielo,

hombres atrapados por el ego helado

para toda la eternidad. Sin embargo,

Dios me ha llamado desde mis entrañas

para no ser demonio sino ángel,

para no ser contradicción sino verdad,

para que mi flecha no se clave

allá

donde todo empieza.

Dios me ha llamado

porque Él me ama

y quiere que mi compasión divina

comience a volar allá donde

todo empieza.

Allá donde las flechas del mal

terminan de volar.

Acudí esta noche en busca de la ayuda de Dios,

me postré frente a su hijo

y le rogué por la luz

y le rogué por la muerte de la noche

y sus tinieblas.

Entonces acudió en mi ayuda el hijo de Dios, y me dijo:

"MissingYou, hermano, hijo de Dios

que es padre del amor,

disiparás a Satanás de la luz,

obviarás a Belcebú en la acción,

y habrás de hallar la pureza en la luz,

aquella en la que te crucificarás: tu cruz

de troll."

-La muerte del troll, mi siguiente paso,

el cielo pacientemente me espera

al otro lado de mi escalera vital-,

y una estrella rutilaba el cielo

como espejo de mi hado.

Oh viejos hermanos, esclavos

de la compasión divina,

contemplad esta última lágrima roja

que derramo por vosotros.

Os dí mi compasión divina

y vosotros me lanzasteis piedras.

Conozco bien vuestras miserias,

las cadenas que hoy os atan a la falsa vida

dominada por el ego.

Imagináis el amor

por vuestra incapacidad a conocerlo,

confundís naturaleza con contradicción,

contradicción con verdad,

halláis la verdad en vuestra patología

y a la verdad auténtica

confundís con la enfermedad.

La Biblia os habló de Dios

y necios fuisteis

al escuchar vuestro nombre en SU boca:

en su cuerpo disteis muerte a vuestro anhelo.

Ocupados solamente de vosotros mismos,

vuestra individualidad ignora

la armonía que mueve todo.

Humillados a la compasión divina como el lobo insaciable,

congelados por vuestra propia prisión

sois recluso y carcelero.

Os asombra Satanás

ya que en vuestra ilusión veis

cualidades en él

más allá de lo humano.

Corrompiendo el mundo y la verdad,

retardando el fin de Dios,

predicando que insinuar es decir

tratáis de justificar vuestros actos.

Evocando la avaricia, la cólera,

la envidia y la lujuria

 os habéis humillado a la compasión divina

ya casi visible

en el tiempo.

Por imposición infernal propia

confundís impulso con brutalidad

y así es como imponéis aterrizaje

a vuestro vuelo.

Satanás os seduce por fascinación

y olvidáis que antaño

temíais lo que hoy perpetráis.

Olvidasteis que Dios es verdad

y que la pena del pecado llega

incluso después de muertos.

Oh hermanos viejos,

entiendo bien vuestra transformación

como también entiendo del contraste equitativo

de lo externo con lo interno.

Vuestro mal es fijo e interno

y vuestro mal es mutable y externo.

Allá donde generáis dominio vertical

generáis poder

y generáis en el bien vuestro enemigo.

Aliviáis vuestro miedo crónico

y os hacéis formidables en la mentira.

Hoy he de ascender otro escalón y,

como Dios al mundo, esculpo

mi epifacio troll, muerte

de mi brutal imaginación hostil,

construcción psicológica

hasta hoy impresa en lo profundo

de mi mente.

Hoy se muere la imagen que me habita

de mi enemigo aterrador,

y así ha de dejar de amenazar mi bienestar,

y así borraré lindes a mi anhelo.

Destruyo sus palabras e imágenes,

aquellas que dieron luz a este ser

de imagen deshumanizada, estereotipada,

de troll despreciable, diabólico y todopoderoso,

monstruo abstracto

que falsamente ha sido

una amenaza radical a Dios.

Me aferro fuertemente a la mano de Cristo,

mi psique transmuta, clavo

mi puñalada mortal

a mi demonio, mi troll,

e inicio mis pasos por mi voz

que no es otra

que la que no ha de terminar

su vuelo.

MissingYou