Unas rocas y un recodo de mar,
gente que no podría describir,
una caña de pescar,
un pez enorme que muerde el anzuelo,
cuelga del hilo como si no tuviese peso alguno,
el pez en una explanada
tan cerca y tan lejano de su hogar,
expectación alrededor,
me acerco,
ya no es un pez,
es una persona,
el resto sigue allí
pero parece no haber nadie,
miro aquel cuerpo,
miro sus ojos,
ojos de muerte,
ojos por los que huye la vida,
los ojos más impresionantes que haya visto jamás,
un brillo en ellos alejado de lo natural,
indefenso,
resignado,
sin dolor,
sin expresión,
sin inteligencia,
solo algo que se marcha,
ojos de pez,
los ojos de la muerte,
una persona desconocida
sumergiéndose en otro estado,
ojos perturbadores y perturbados,
por suerte era solo un sueño,
solo dormía,
mi cama,
mi pequeña habitación,
mi desorden. . .
todo en orden pues,
pero lo sé
he soñado con esos ojos que en algún momento
serán los míos,
el final de la historia es inevitable.