El mar a lo lejos,
tan cerca y tan lejos,
un cerro detrás de otro cerro,
y detrás de otro cerro,
interminables, como
cadenas sin fin.
Todo verde, de diferentes
matices, árboles verdes,
cerros verdes y quietos,
que paisaje tan bello,
que sueños aquellos.
Esa tranquilidad tan grande,
esos pájaros que cantan,
ese amanecer, que muestra
tanta belleza.
Los trigales, las plantaciones
de patatas, ese secreto oculto,
escondido detrás de un cerro.
Esa mirada torva
de los lugareños,
esa mirada esquiva,
que encierra quizás que
pensamientos.
Esos árboles tan bellos,
grandes y solitarios,
esos bosques vírgenes,
aún no destruidos por
el hombre.
El amanecer y la espera,
oh, Dios mío, tanta belleza.
Lupercio de Providencia