No

No.

No quiero ungir tu corazón de cardos

Simple y sencillamente aquí estoy.

Todos tenemos una espada de Damocles sobre la cabeza.

No somos eternos

Y hay que gozar y tomar la vida con serenidad…

Solo hay que tener nuestro inventario al día.

Una insustancial declaración de una enfermedad

Que avanza y me corroe,

No va a arruinar lo poco o mucho

Que nos quede de existencia.

Es la hora nona en mi reloj,

Las manecillas apuntarán las doce

En cualquier momento.

Pero es mejor olvidar las cosas

 Que nos hacen infelices

Y enfocar escenarios más positivos.

Siempre admirétu determinación.

Te pareces a la palabra valentía…

Nunca te dejaste dominar por los problemas.

Yo te acogí,

Porque supe de esa ansiedad tuya

Que destilan tus ojos,

Por encontrar los más elevados afectos.

Tus pensamientos y manera de enfocar la vida

–En aquel entonces-

No correspondían a tu edad.

Eras madurez plena, atrapada

En el cuerpo de una adolescente…

Siempre dispuesta a enfrentar las adversidades.

–Algunas te vencerán, pero no te derrotarán-.

Eras mi alma gemela y mi complemento

 En muchos aspectos,

Desafortunadamente-para mí-tu ímpetu

Era como tratar de atrapar el viento entre las manos.

Si le amas, déjalo partir…

 Si te ama volverá porque fue tuyo.

Si no vuelve, es que nunca fue tuyo

Eso dicen en ciertos versos.

Así que abrí el dogal de mis brazos,

Para echarte a volar

Para permitirte salir en búsqueda

De las luces que penden

Del hilo de la eternidad.

Y dejé apagada la luz que me iluminó

 Por breve instante

Esa luz que me permitió

Sembrar en las noches eternas

 De tu ausencia

La cadencia de mis palabras medioevales…

No hubo tiempo para pensar.

Recorrí kilómetros y kilómetros de amores

Teñidos de los más variados colores…

Más siempre te llevé muy dentro de mí.

Y es que te bebí y me bebiste;

Impregnada está mi alma de tu alma,

Unida llevas tú,parte mía…

Llevas mi sello, mi orgullo.

De vez en vez, aun brillaste en mis pensamientos.

Rebosaste mi alma para volverte a ver

Pero, todas las hojas caen al llegar el invierno

Y los años, viajaron en tranvía.

Las caídas, los triunfos,

 Los afiebrados momentos contigo,

Son algo que poseo y que nadie me puede quitar.

Todavía te quiero y te deseo

A pesar del tiempo, la distancia…

 Y las circunstancias.

Estas letras me salen de lo más profundo,

 Arden

Me duelen… me duelen.

Soy el tránsfuga, la duela que gime…

El que piensa en ti.

Quisiera abrir los límites que nos separan

Abrir esas puertas inmensas

De esta loca soledad en que vivo.

Pero en mi hay un aire viejo,

Seco,

Que ha permanecido inmóvil en centurias.

Clamo por cosas desaparecidas,

Por personas desaparecidas,

Substancias antaño inseparables…

Si tan solo pudieras acariciarme el corazón

 Con tus ojos,

Con tu lengua,  con tu acento…

Sonaríana tambor batiente los ecos del tiempo

Y evocarías

Desearías ser mía de nuevo…

Tal vez.

Cansado estoy, me vuelvo impenetrable

Y caigo en el reino de los nomeolvides.

Y pensando en ti

Te quiero decir tantas cosas….

Quiero ser el fuego,

Quiero abundar en tus manos y tu boca.

Eso…

 Tal vez en un mañana no muy distante…

 Tal vez.

Mis reclamos viajan desnudos

 En los céfiros

Que salpican

 Las encrespadas olas de mis mares.

Y aquí estoy inmóvil, yacente

Viendo como acomodo mis renglones

 A lo ancho y largo de la playa.

Pon en tu mano y en tu oído

Las más bellas melodías y recuérdame,

Retenme, poséeme.

Abre el cementerio donde descansan

 Mis besos y caricias

Para que vibres y me anheles.

Es de noche,

La obscuridad es profunda,

Tiembla mi voz para anunciarte un nuevo día.

Mi corazón se aleja de las angustias

Cada vez que te poseo en mis escritos…

Y me alegro y canto

Y me emociono con un espíritu imberbe que me llena.

Miro por la ventana las estrellas y pregunto…

¿Las estarás mirando?

¿Estarás pensando en mí?