Noche, Satín de Seda

¿Puede la noche en silencio guardar los latidos 

surgidos de las sombras que juegan a encenderse, 
dejando en la carne viva las palabras hechas en penumbras 
mientras el miedo de perder al Ser amado se cuela entre la piel? 

La noche es satín de seda latiendo con hambre de amores 
un manto deslizando la oscuridad con dedos misteriosos
salpicado de tachones de plata y oro 
donde cada roce resuena quemante...

¡A promesa incumplida! 

Es un libro de humo y agua, un caballo de tarde 
que se inclina sobre la ciudad y te rodea,
un atlas de maravillas que arde sin quemar, 
un deseo que se dice conteniendo... 

¡La respiración!

¿La noche busca un deseo que se atreva a llamarse enamorada?
¿Un beso que no termine en promesa, sino en carne? 
Derramandose en la garganta de la ciudad...

¡Como un vino oscuro! 

En su vientre caben memorias de cuerpos entrelazados, 
de caricias que se vuelven ritual y memoria, 
y de lo perdido que vuelve a la boca para decirse de nuevo. 

La noche no promete redención, 
pero entrega la certeza de lo vivo: 
que lo que amamos puede arder y aun así permanecer, 
tejido en la memoria como brasas...

¡Que no se apagan!

Entre la penumbra, surge un canto suave, 
un susurro que invita sin imposición, 
y la ciudad, dormida, respira con ella, 
guardando el secreto de las flamas de amores...

¡Que no se apagan!