A veces nos disfrazamos de sueños.

A veces nos disfrazamos de sueños.

La vida es tan corta 

que apenas despertamos ya tenemos 29 años,

un respiro más y la adultez nos ha llegado,

caminamos un poco y ya no tenemos ánimos para correr.

Perdemos años recriminándonos los favores

(padres contra hijos, hijos contra padres;

la renta, la comida y el pasaje;

la escuela, los niños y el trabajo,)

que ya no tenemos tiempo para soñar.

Somos como un suspiro,

como un parpadeo.

como la caída de una hoja.

como lo que hoy miro,

como un pandeo.

 "Despertamos" de milagro,

por pura caridad divina.

Que una hora en el teléfono 

no sería suficiente para amainar

nuestras penas, nuestra soledad "acompañada".

Que el internet se vuelve nuestra comida,

que andamos como sonámbulos por la vida, 

a tientas proclamando nuestra verdad:

¡Menos mundo para vivir!

¡Más realidad virtual para existir!