NOCHES DE AUSENCIA

Era la noche testigo de mis ansias y la luna confesora de mis antojos; pero fue el silencio el que trajo conmigo la espesa niebla de mis desvelos; revoloteaban las aves en el tiempo, fundiendo a mis sueños el brillo furioso de unas formas en medio del lecho encabritado, vibrante de hartazgos, que el viento y la distancia juntaron con la espuma y la furia exquisita de dos amantes que se dan y se entregan hasta perecer agonizantes, casi extasiados. Y las curvas azules en el mar bronceado espinosas se elevan dispuestas a todo, jirones de espuma se alzan serenos buscando en el estertor del soñar mío el espacio escondido en medio de la bruma que filtra y destila la rara esencia que se diluye toda con tu sola ausencia.