¡Nostalgia de ti!

Sembrada y resplandeciente en la lejanía  

inmaculada figura, mujer de sol 

Mujer hecha de acero y fuego  

Astilla que agrieta y estirando abre el cielo 

Diana, la cazadora, apuntando al infinito  

Cerrando el mito sobre la arena escurriendo 

las noches abrevadero de recuerdos  

Nostalgia de ti. 

Doy un paso, y le siguen miles más  

viajando entre la tarde y la noche, 

Te veo ondeando cual frágil bandera, 

ciñendo tu cuerpo undívago, 

entallando tu vestido a tu sensual figura, 

desplazándote con donaire 

en esta región de lobos y corderos.  

Lobos con piel de oveja  

que aspiran tu cadencioso caminar,  

el aroma húmedo de tu piel,  
mezclado con la lluvia,  
fresca y salina,  
que invade mis sentidos

y me sumerge en tu recuerdo,  

emanando insaciadas fantasías  
en esos rostros que ves difusos,  
y deshaces como el humo,  
apartándote de ellos como de un leprosario,  
dejándote impulsar por la corriente  
que te acerca cada vez más a mí.  

Siento el murmullo de la noche,  

susurros secretos que se entrelazan  

con el eco de tu risa,  

como notas perdidas en el viento,  

que se clavan en mi pecho  

y me hacen añorar  

tu mirada,  

la profundidad de tus ojos,  

como océanos que prometen mundos,  

donde cada ola es una promesa  

de amor eterno.  

A sabiendas de que yo soy el lobo  

del cuento de Caperucita,  

te escucharé mejor,  

olfatearé el perfume de cada parte de tu cuerpo,  

y sobre todo…  

¡te comeré a besos, mejor!  

Porque, en cada roce,  

me pierdo y me consume más tu esencia,  

con cada beso,  

la nostalgia se convierte en deseo,  

un fuego latente que palpita  

en cada instante que te alejas.  

Apura el paso,  

pues tengo  

¡nostalgia de ti!  

de ese deseo que arde e ilumina,  
nostalgia que consume y que liberta,  
de cada suspiro y suspiro perdido,  
-¡Ay de mí, que insoportable nostalgia de ti!  

Una nostalgia que se agita,  

como mariposas en mi estómago,  

recordando el calor  

de tus abrazos,  

el rayo de luz  

que eras en mis días oscuros.  

Ven, enciende el anhelo  

que duerme en mí,  

regálame el retorno  

de tu risa,  

alivio que sazona mis horas,  

y en este país de lobos y corderos,  

donde el amor y el dolor cobran vida,  

sé mi refugio,  

mi anhelo,  

mi verdad 

. -¡Dioses!... ¡Que insoportable nostalgia de ti!