Querida despiadada
a mis clamores sorda, ciega, muda;
de mirada perdida, fría, inerte
de inmóvil horizonte.
Beso tu trepidante cuerpo ausente
tus ojos apagados, tus pupilas
que fijas han quedado sin colores
al reiterado golpe de tu ensueño.
Despacio va tu vientre germinando
una gama distinta de latidos
que acarician los tímpanos de tu alma,
inconfundible música de lirios.
Tus labios entreabiertos se hacen ayes,
suspiros en huida,
dolor de cicatrices
donde la sangre de mis venas veo,
son vahídos de céfiros
volcándose en la bruma
a la dulce región de la esperanza
donde el vigor renace
y nos vuelve a nosotros.
Encumbrados a cimas siderales
la luna nos exige
y el corazón nos llama
y el faro nos evoca
con su luz macilenta
la brecha que se abrió desgarradora.
Yo distingo tu voz entre las voces,
el insólito lance de tus gritos
todos tus pensamientos
y la tea que guardas encendida.
Por tus mares navegan derroteros
de relámpagos turbios e indecisos.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC