El sol de la alborada, travieso,
se entretiene como un pequeñuelo,
y tiñe lentamente de dorado
a las nubes que atraviesan por su paso.
Así eres tú, abuelita,
pintas sonrisas en las caras
de quienes te miran.
La mañana alegre y fresca
me despierta con canto de palomas;
me invita a sonreír a la vida
y a dar gracias a Dios por esta hora.
Así eres tú, abuelita,
felicidad al despertar
y que perdura todo el día.
El viento suavemente juguetea
con los retoños de la lima y el naranjo,
meciendo a las flores en las ramas
y llevando su aroma a todos lados.
Así eres tú, abuelita,
tienes cariño y ternura
que repartes con tus manos.
Eres paz que a mi alma llena,
eres luz que aleja al miedo,
eres juventud eterna,
eres lo que yo más quiero.