Nuestra historia.

Empecé a escribir nuestra historia
con la pluma del poeta en cada dedo,
el latir de una razón de tanta gloria
con la vista en los diluvios sin aguaceros.
Y al seguir las letras mientras tanto
sentí las pérdidas presentes con señuelos
mitad de seda adusta respetando
las lágrimas del alma entre tanto fuego,
entonces permití que mi objetiva
falacia de pensar en vueltas sin olvido
creyera entre las copas llenas de la vida
la magia de un alcohol que hoy se ha extinguido.
Empecé a escribir la historia verdadera
de este amor que volará por otros rumbos
trayendo las imágenes de un domingo en la vereda
mirando libros por mis ojos iracundos,
porque aparecen así y de repente
las marcas de la piel enardecida
motivos de tenerlas por si la muerte
me atrapa con la prisa de una herida,
y al seguir las letras mientras tanto
oyendo la canción de la melancolía
absorví de tus labios aquel encanto
que flores enjauladas, de pronto, me traían.
Y empecé a escribir nuestra historia
de la forma que se escriben testamentos
lacrada con los besos de la memoria
lugar donde residen nuestras lunas y los vientos.