AL FIN, HUMANOS...

"AL FIN, HUMANOS"
¡Qué pena no saber por qué nacemos!
¡qué pena no entender por qué vivimos!
Penoso es no entender que envejecemos
y ver que de repente nos morimos.
Es triste el ignorar por qué sufrimos
y no saber siquiera a dónde vamos;
muy triste es ver que a veces nos herimos
no obstante y que, decimos, nos amamos.
Inquieta no saber en dónde estamos
y no encontrar sentido a lo que hacemos;
nos pesa ver que a veces caminamos
sin entender a dónde llegaremos.
A ciegas al amor nos entregamos
tratando de llenar nuestros vacíos.
La vida en un albur nos la jugamos
lanzándonos al mar como los ríos.
A veces, sin mirar nuestro presente,
vivimos de recuerdos, del pasado,
dejando que al igual que en la Serpiente
se encarne entre nosotros el pecado.
Vivimos de añoranzas, como anclados,
cediéndole el timón a la memoria;
la luz e la razón la relegamos,
por eso destruimos nuestra historia.
Incluso nuestro ahora lo dañamos
pensando en el mañana inexistente,
de forma que también nos engañamos
por no vivir nuestro hoy intensamente.
En otras ocasiones simplemente
vivimos por vivir o vegetamos
dejando que transcurra inútilmente
un tiempo que jamás recuperamos.
Viviendo por vivir nos conformamos
haciendo de la vida un artificio
y lejos del amor abandonamos
el mérito al valor y al sacrificio.
¡Qué triste que vivamos del citerio
ajeno que despierta las pasiones,
sin ver que nuestra vida es un mistertio
que sólo se desvela en convicciones!
¡Qué triste violentar nuestra conciencia
haciendo lo que a Dios le desagrada!
¡Qué ruin el que practica la violencia
mostrando que de amor no entiende nada!
Caminos son, senderos de la vida,
veredas del ayer y del mañana;
senderos donde el alma sumergida
le cierra a nuestro "ahora" la ventana.
Por ellos van los sordos, ciegos, cojos
del alma, del espíritu. ¡Qué pena!
mezclando con las rosas sus abrojos
por no querer quitarse su cadena.
Prefieren las tinieblas a la luz
y ostentan con orgullo su egoísmo;
desprecian los valores de la Cruz
cargando a sus espaldas su cinismo.
Y yo que estoy aquí pensando, sigo
como esa voz que clama en los desiertos,
alzando con mis brazos siempre abiertos
el cáliz el amor y el pan de trigo.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)