NUNCA ME DEJARON SER

Ya en casa no dejo de recordarlos

Aún siento el eco tirano de sus voces

Fui un pequeño esclavo que nunca respiró libre

Siempre acosaron y atormentaron mis sueños

Ellos fueron los más grandes asesinos de mi risa

Mataron los lugares más hermosos de mi inocencia

Siempre torcieron las semillas prometedoras

Nunca pude saborear las dulzuras de mi infancia

Aún permanecieron por largo tiempo los castradores

Odio de verdad la palabra Educador

Palabra que huele a filo de guillotina

A olor pegajoso de cementerios

Marchitaron lo mejor de mis lágrimas

Fueron guiadores perversos y excluyentes

Mataron a mis amigos imaginarios

No supe en verdad si tuve inocencia

Mucho menos cuando se marchó de mí

Nunca les bastó su impúdica autoridad

Regalamos muchos besos para alcanzar un pequeño perdón

Un beso que podría calmar sus sentimientos tiranos

Fue nuestra única y triste defensa

¡Que muera esa educación carcelera!

¡Que se acabe el salón calabozo!

No quise educadores con kepis y bolillos

No saboreé nada de mi niñez

Desde niño perdí mi identidad

No supe cuando fui niño y adulto mucho menos

Pero ya nada importa

Todo ha sido consumado impunemente

Imperó la llama pedagógica de un látigo tradicional

Pienso que ellos nunca fueron culpables

Ellos fueron formados en una truculenta naturaleza

Tal vez, nunca desarmaron sus odios de infancias

Maestro, regala siempre un poquito de tu risa

Maestro, regala siempre el último jirón de tu ternura

Quita por siempre tu máscara de terror

Antes que ustedes mueran para siempre como tristes tiranos

Casquivana es la indisciplina y que viva la semilla de la inocencia.

Por: Manuel Guillermo Ebratt Doncell

Barranquilla, Diciembre 7 de 2015.