Cuanto...¡cuanto tardaste!
Los vientos clamaban, las lluvias tu piel
extrañaban. El ardor solar por
tu espejo suplicaba. En tu ausencia el otoño
crecía, el filo del invierno marcaba los espíritus.
Hasta que, de súbito
lento, lentísimo surgió un brote,
balbuciente ofrecía sus primas voces:
palabras verde ilusión,
palpitantes, acrisoladas.
A poco aprendiste tu danza,
tu vaivén de niña mimosa.
Y, cual dedos en el piano. crecías,
eslabones de sueño conformabas.
en tu copa limonada bebían los guerreros,
seres alados entrelazaban versos,
escribían partituras.
Presto, surge el director y la verde
sinfonía comienza...
La creación entera no lo cree, en el climax
el estío derrama sus caudales.
Al compas de los días y con voz otoñal
tus escritos enrojecen,
crean diálogos de fuego; anhelas la pasión
entregarte a tu mejor amante.
Hasta que Eolo, luego de palparte toda,
su mejor poema escribe,
germen de toda vida,
ciclo de la leyenda amorosa.
Ahora,cuando al paso de los años
voces de tinta en el espejo blanco
"amasijo del bosque", escribo.
Mi sangre
contigo se conecta
y mi alma boscosa canta
¡tu misma melodìa!