Te quiero confesar, aquella mañana me desperté solamente para contemplarte dormida, por un instante te dije en silencio cuanto te amo y lo feliz que soy estando a tu lado.
Recorrí con mi mirada tu rostro y sonreí al recordar tu sonrisa; observe tus ojos, aún cerrados, y recordé tu mirada la primera vez que me dijiste que me amabas.
Puse mi mano en tu pecho y noté los latidos de tu corazón, supe que el mío latía junto al tuyo.
Aún dormido, me rodeaste con tus brazos, así sentí la seguridad que sólo en ellos pude hallar. Por un instante fui feliz, hasta que.
¡Desperté!
Mi rostro cambió su semblante, te busqué a mi lado y no te hallé, ¡quise gritar que te amo!, pero el corazón me dijo que tú no me oirías, mis labios enmudecieron y de mis ojos lágrimas brotaron.
Ya no te tengo, ya te perdí. Aún peor jamás estuviste aquí. Jamás fui feliz, jamás sentí tu corazón latir junto al mío, jamás escuché de tus labios un te amo, fue un sueño y nada más.
Jamás te dije te amo.