ON T.V.

ON T.V.

Sacrílego encanto.

 Oleaje de cantos tardíos.

Oscuros lamentos, la lucha porfía

Salir del combate, volver a la anhelada quietud.

 Es tarde ya.

Por los desfiladeros baja un tropel,

busca refugio, tal vez un escondrijo

una trinchera, una pared.

Y en medio del sueño una ráfaga

chispa, astillas de silencio.

-¡Bandidos. Otra vez se tomaron el pueblo!

Cae la noche con un sopor de piedras,

estertor de truenos;

 de adentro de la tierra un rugir de tinieblas,

 estremecimiento de rotas banderas

y claudicaciones sangrantes.

Miradas inciertas atraviesan las sombras,

heridas por los fogonazos.

 No hay tregua posible.

El pueblo es una invencible catástrofe.

Olor a pólvora y miedo.

Las gentes maldicen.

Se escuchan lamentos

retazos de quejas, astillas de gritos.

Por los callejones donde ayer se adormecía el sol,

 desprevenido, inocente,

se oyen las botas de los guerreros

envueltos en niebla y silicio.

No hay tregua.

Por los desfiladeros desciende la lluvia

 y por el cielo vestido de negro,

el  ruido de los helicópteros.

¿A quién persiguen?

Las últimas sombras adivinan

 las voces de los comandantes

gritando atrocidades.

Pueblo empedrado de miedos, ahora será objeto

de largos interrogatorios.

 Intimidan las armas.

-No se preocupe señora,

 mañana se irán, vivirán su desgracias

se harán anuncios

 y bellas imágenes adornarán el discurso

condenando el atentado de los terroristas,

mientras el ministro sonríe y pide  calma.

Entre tanto, los comensales del banquete bancario

se disponen a anunciar dividendos,

que entre tantas audacias,

cuentan con la injusticia, y la complicidad de las armas

para defender 

sus ganancias.

-Parte de victoria, señor presidente,

 hemos derrotado a esos facinerosos

el pueblo está en paz.