"ORACION DE LA NOCHE" Señor: estoy cansado. Esta jornada ha sido fatigosa y en cada paso andado como una mariposa he degustado el néctar de la rosa. Aun así mis alas más frágiles se tornan cada día, heridas por las balas de la melancolía sintiendo cómo el tiempo se escurría. Se achica más mi espacio, las horas se escabullen más ligeras, camino más despacio; las dichas lisonjeras fugaces son, aleves, traicioneras. La luz del sol se asila tan débil que parece deshacerse su brillo en mi pupila y empiezan a perderse las cosas; las estrellas a encenderse. El aire que respiro es cada vez más denso, se enrarece y cada que suspiro mi cuerpo se estremece por un amor que no me pertenece. La soledad me abruma como una cruz pesada, como un leño. No dejes que me entuma mi Dios, mi paz, mi dueño y dame generoso un dulce sueño. Que cuando ya mis ojos se cierren al igual que mis oídos, no piense en los despojos de los tiempos vividos ni en los fatuos placeres prohibidos. Que con tu paz ceñido y de tu celo siempre cobijado me sienta protegido y esté crucificado mi espíritu a tu Cruz y acompañado. ¡Ah, mi Calvario vida! ¡Ay, el dolor de no poder mirarte! ¿Quién te causó esa herida? ¿Quién, cobarde, al amarte tornó otra vez así a crucificarte? Tú ¡oh Dios! amigo bondadoso al que en la Cruz te han puesto mis errores y yo, tan veleidoso, cegado a tus favores en medio de tan grandes esplendores. Apegado a las cosas, presa de los placeres de este mundo, viviendo entre las fosas con las que me confundo como un endemoniado loco inmundo. Ven ya, Señor, y dale reposo a mi cansado cuerpo yerto. Sin Ti ya nada vale, sin Ti ya nada es cierto, sin Ti jamás podre encontrar tu puerto. Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)