Rosas de tu amor, que arragairon en mi vida,
Plenas de fragancia y fantasía, de magia y hechizo vestidas
Ellas me mostraron que su semilla ya vivían en mi jardín
Cuando yo no la percibía, ellas esperaban su día
Nada que las marchite en el desierto de tu ausencia
Emergieron de tu presencia, no hay tormenta que de arena las soterre
Beben de tu lluvia, se alimentan del tibio de tu mirada
Esplendorosas en tu ternura, el invierno desnuda su aterciopelada hermosura
Su color, el de los sueños, su tono, lo caudaloso de los recuerdos
Sus espinas no desgarran, no envenenan sus heridas
Es su tallo de destino, bellas de contemplar de calma te envuelven
De pasión te arropan, de rescoldos pervive su llama encendida
Únicas en su armonía, genuinas, rara especie de eterno deleite
desbordadas de fe en esencia, de verdad te impregnan, la luna en su regazo las mima
esquejes de génesis rezuman, expansivas de fuerza, cuatro estaciones las reverencian
en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida