Cuantas lágrimas he derramado en vano
después de contemplar el triunfo del fracaso
como pude sin morir, sentir mi tensa mano
cargando los bronces y maderas de tu ocaso.
Se que no estás y aun así este recinto
me atrapa, aunque solo oiga mis pasos
y vea tu rostro bajo el cristal, distinto,
mascarilla de sedas, encajes y de lazos
Se que no tendrá sentido mi eterna espera
pero también se, que noches y mañanas
me tendrán por guardián, aunque sean vanas
Aunque sea cruel, cuenta y artera
y la negra lágrima se convierta en llanto
por quererte ahora, por amarte tanto.