OYE...

Oye, te estoy hablando de amor,

que no es una palabra vacía,

es caminar juntos, codo a codo, cada día

por la orilla del mar y sentir la brisa,

el aire que llega profundo al ombligo

y te carga de oxígeno y energía.

Oye, te estoy hablando de amor,

de ese que eriza nuestra piel, sin edad,

solo por una mirada perdida,

por el roce de nuestras manos unidas

o al sentir el esplendor de una caricia.

Oye, te estoy hablando de amor,

que no es solo sexo, es mucho más que eso,

dar, entregar, ofrecer, cuidar,

despertar en la madrugada

y admirar tu imagen dormida.

Arroparte con un abrazo

cuando tienes frío y melancolía

y cuidar tu sueño con cariño y alegría.

Oye, te estoy hablando de amor,

de ese que abre cada poro de tu piel,

te hace comprender la conexión con la realidad,

volar bajo el cielo azul

y buscar en el horizonte lejano la verdad.

Oye, te estoy hablando de amor,

del que te hace añorar tu casa, tu hogar

cuando las ocupaciones de la vida

te roban el tiempo que necesitas para caminar juntos

y disfrutar de los instantes, los segundos

que dan valor al día a día.

Oye, te estoy hablando de amor,

de ese que te pone los pies en el suelo,

te enfrenta a la realidad y coger

al toro de la vida por los cuernos;

no del que te vela el juicio,

te lleva por extraños caminos

y te amarga hasta el aire que respiras.

Oye, te estoy hablando de amor,

no del que nubla los sentidos

si no del que abre tus brazos al enemigo

y expulsa el odio de tu corazón,

del que te hace dormir cada noche

con la conciencia muy tranquila

sin hacer ningún reproche

y te despierta con una nueva ilusión.

Oye, te estoy hablando de amor,

del que mantiene viva tu inocencia,

llena tu alma de paciencia

y te hace creer en la libertad y la razón;

del que llena tu mente de fantasías,

crear cosas nuevas, maravillas,

confiando en un futuro mejor.

Oye, te estoy hablando de amor…de mi amor.