NO PRETENDO QUE ME AMES

"NO PRETENDO QUE ME AMES"
No pretendo que me ames. Ya mi amor está entero,
que aunque tú no me quieras, no por eso me muero;
y no vivo tan sólo por ganarme tu amor.
No dependo de nadie para amar como te amo
y al decirte que te amo, no por ello reclamo
la ternura que guardas con salvaje furor.
Cuando digo que te amo -quiero serte sincero-
(en amor siempre vence quien lo ofrece primero)
no es tan sólo un capricho esta oferta de amor.
No pretendo que me ames porque yo todavía
no he llegado hasta el fondo de mi melancolía
ni descifro este impulso que me inyecta valor.
Sólo sé que te quiero sin saber lo que quiero,
que sin ser tú mi cárcel, yo ya estoy prisionero
de tus labios de fuego, de tus besos en flor;
de tus rubios cabellos con su brillo de oro,
de tu voz con su timbre melodioso y sonoro,
de tu dulce mirada; de tu piel el color.
Cuando digo que te amo -mi alma aún no lo entiende-
ni le explico estas cosas porque no las comprende;
ni le hablo de imposibles, ni le advierto el dolor
que pudiera causarle tu férrea resistencia.
Yo dejo a mi alma libre con esa indiferencia
del profano que mira cómo se abre una flor...
Mi corazón ya sabe lo que es estar herido
y sufrir mil insomnios y sentirse perdido
y latir sin sentido con frustrada ilusión.
Mi corazón ya sabe lo que es rondar la casa
de un amor que se fragua, de un amor que se amasa,
de un amor que se ha muerto...¡mi pobre corazón!
No. No quiero que me ames. Ni quiero que respondas
y al amor que te ofrezco con pasión correspondas.
También la lluvia cae sobre anchuroso mar;
no sólo en los terrenos donde los frutos crecen
o en los bosques profundos donde árboles florecen.
También yo, por ser hombre, tengo derecho a amar.
También allá en el cielo, la luna refulgente
envía su luz tenue de Oriente hasta Occidente
sin importar las nubes que puedan opacar
su brillo. Así, mi reina, yo te amo y hago fiesta
sin importarme el rudo desdén que manifiesta
tu cándida protesta. Así te quiero amar.
Te amo así, simplemente, porque existes. De veras.
Y si digo que te amo no es porque tú me quieras.
¿Qué no ama Dios acaso también al pecador?
¿O murió Jesucristo por los justos y santos
en la Cruz, solamente, si somos tantos, tantos
los que estamos urgidos de su amor redentor?
No me ames tú. Procede como sientas e intuyas.
Publícalo si quieres; pero a mí no me arguyas
que te has vuelto insensible, que no quieres sufrir,
que no quieres que sufra ni por ti me preocupe;
que hay cosas que tú sabes y que yo nunca supe.
Para mí lo que cuenta es que amar es vivir...
Y si aquel a quien amas te desprecia o te ignora
y a pesar de eso, tu alma ni se inmuta, ni llora,
ya no es problema tuyo. Deja al mundo rodar.
Deja al sol intentando con sus rayos filtrarse
por el duro concreto sin achicopalarse.
Deja al reptil que vuele. Deja al ave reptar...
Ignórame si quieres. Respeto tu derecho.
A cambio, deja a mi alma continuar al asecho
y que mi cuerpo gima de angustia y estertor.
Déjame que te ronde como una mustia rata.
Despréciame si quieres; pero...no seas ingrata.
No pretendo que me ames, pero...¡dame tu amor...!
Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)