De mis recuerdos de niño,
hay alguno de entrañable,
y entre ellos el de un roble,
permanece en mí imbborrable.
Estaba en medio del campo,
de centinela y vigía,
con sus ramas retorcidas,
formando su anatomía.
refugio era del pastor,
en los días invernales,
con su frondoso ramaje,
cobijaba a los animales.
Se enfrentaba a las tormentas,
con una gran fortaleza,
soportando lluvia y viento,
en medio de la maleza.
Yo lo veía un gigante,
cuando en él me refugiaba,
y mirando su corteza,
yo notaba que me amaba.
Titán, que en pleno campo,
solo, al mundo desafías,
ahora que ya no soy niño,
¡como añoro aquellos días!