Busqué dentro de mi armario el rincón más escondido, y cuando al fin lo encontré... ¡me púse el mejor vestido!: Vino rosado esperándo, en la mesa un par de velas, música suave sonándo, y yo... ¡con sonrísa abierta!. Mi mirada se ilumína, hoy no cabe la tristéza: ¡Vas a venir y se visten mis sentídos de gran fiesta!; Dos toques de mi perfume, ¡esa música que suena!... El vino se queda fresco, las velas sobre la mesa; cierro la música suave, ¡cierro mi sonrisa abierta! -no me arránco mi perfume porque ya en mi piel se encuentra- Y quitándome el vestido: ¡ME VOY HACIÉNDO PROMÉSAS!.