No oyes mis lamentos

¡Ay, amor, cómo explicarte estos sentimientos
y decirte sin palabras todo lo que ansío hablar!
Quizás este querer no fue hecho para nosotros
o apareció para imaginárnoslo sólo en sueños.
Descubro en ti tantas cosas que me atan.
No sé por qué la vida a de tratarnos así;
tal vez no debimos habernos conocido,
hemos pagando un precio bastante excesivo.
Amo tus ojos verdes con todos sus destellos.
Veo en ellos las profundidades del océano,
el mismo que se interpone en nuestro camino,
nos separa lentamente y nos va distanciando.
Callo palabras de deseo por ahora silenciadas.
Tu recuerdo lo tengo siempre en mí tan presente
que algunas noches lloro y no oyes mis lamentos.
Estaba acostumbrada a tu presencia y no la tengo.
La vida te hace comprender que nada es duradero,
pero quiero creer que aún sigo en tu pensamiento,
que todavía estoy en tu alma como yo a ti te llevo.
Sigues tan apegado que eres mi propia piel.
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