Fui juntando hojas que caían
y guardé con celo semillas de los frutos
impregnadas de esa vida con certezas,
certezas de verano, con dilemas de invierno.
Y quise perpetuarme en ellas al morir.
Junté también memorias y recuerdos
de mi íntima simiente y de todos mis amores,
en un arca colmada, para llevarlos conmigo.
Y les dejaré toda la verdad de lo que he amado
para que no me olviden, que no me olviden.
Así cuando me muera, el día que me muera...
aunque ya no haya para mí soles o escarchas
podré descansar al fin, sin sueños y sin vuelos,
al ver eternamente saciados mis anhelos.