Dale, Virgen María, Tú que todo lo puedes,
dale a ella una estrella o un lucero o una rosa
y haz que caiga redonda como una mariposa
o como un pez inerme o indefenso en mis redes.
No te quedes callada, por favor. No te quedes
con tus brazos cruzados a mi voz clamorosa,
que ya tengo bastante con vivir en la fosa
de la angustia silente de mis cuatro paredes.
Haz que me ame, Señora, como se ama en el cielo,
con pureza, con gracia, con ternura y sin dolo;
que a su amor yo me fíe y que encuentre el consuelo
como un eje que cruza desde un polo a otro polo
y que le corresponda con mi amor paralelo.
Oyeme hoy, Madre mía, que me encuentro tan solo.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC