Reciclajes.

Parece dormido el día y después de todo
no sangra de lágrimas la tierra bendita,
como el fruto al árbol al pie del recodo
se huele ternura donde el sol me la quita,
poner las penas al costado y entre tanto
vagar tus límites de cerros y laderas,
como la arena al mar al pie del barranco
soltando amarras la liturgia de tus velas.
Morir en tanto paisaje soñado
con el hereje sabedor de viejos rituales,
secretos mansos que casi aletargados
se quedan tiesos y rien como tales.
Y entonces semeja a reciclar oportunidades
el fino encanto que parecía perdido,
como un despertar en las noches letales
evadiendo al día que aún yace dormido.