Muchas veces me invade aquel tejado,
las agujas del pino que cubrían el suelo,
y mi voz inocente cantando sin reservas,
porque la hamaca aquella me elevaba al cielo.
Muchas veces me llena el pensamiento,
los sentidos, el alma, el ansia de encuentro,
el aroma que siento de las flores perdidas,
donde vivías vos, donde tú vivías.
Pero hasta aquí en la vida, fueron esos recuerdos,
los que en muchos momentos me hicieron sentir fuerte,
Sentí calor de nido, aun sin haber nido,
y música de vida, si me acecho la muerte.
Todos somos raíces, que el tiempo no destruye,
a las verdades aquellas que bebimos de niños,
y que se van nublando cuando la edad avanza,
pero que día a día, guían tu destino.
Pero el mundo es el mismo,
un pino nos cobija y vuelan las palomas,
tal vez cuando en el alma se abra esa puerta,
las violetas del parque recuperen su aroma.
ALMAVIVA