PARADOJA EN SEPIA

PARADOJA EN SEPIA

Esta lluvia mojará el patio  que no existe. Alguien escribirá sobre el papel invisible del tormento, una carta sin destinatario. Alguien que no entiende a dónde se fueron los recuerdos en las cercanías del horror. Algún apocalipsis que borró de la memoria el último lamento. El postrer vestigio de las formas del ayer. Un oropel de ausencias extingue los seres y las cosas en vanas elegías sin regreso posible. No sé si estarás en el canto  de mis versos. O en el nudo de los  sueños que golpean tu ventana. No sé si serás escultura o pedestal, ni siquiera sé si estarás en mis sueños. No sé si te inventaré de nuevo en el desencanto de mis penas. En la muerte de un ocaso o en presencia de Dios mismo. No se si pueda superar esta sucesión de olvidos. Este rugir de ríos turbulentos. Este acíbar y este arcano. A veces no sé si soy el que va o el que regresa. Si soy el camino o el que reza. Te ocultarás de mí en los despojos de la noche. Seré un bárbaro que golpea las tinieblas. O un fugitivo caminante. Alguien que te inventa en cada rostro o en el colmo de la brisa.  Seré todo y nada a la vez como las mañanas que se repiten en  sepia y carmesí.  No sé si inventaré  para ti un rostro familiar o una esquela de rocíos. Solo sé  que en mi pecho arderás como sagrado fuego. Y si tengo que inventarte otra vez, en las cenizas arderás de nuevo, como el suave fragor de los poemas recitados y en la oculta luz que encadena mis deseos.

ALONSO  QUINTÍN