Cuándo a la puerta llamó,
al verla me sorprendí
pues tan cerca yo la vi
que hasta mi alma papitó.
Nos miramos frente a frente
y tan tierna me miró
que un suspiro sugerente
de amor, de mi corazón
salio,
que exaltando mi emoción
ya no podia aguantar yo
esa presencia divina,
ese amor que me domina,
esa pasión sin igual,
y esa voz angelical
que a mi alma entera ilumina.
Ni una palabra dijimos,
solo el corazón habló,
la cogí; y me abrazó,
y el beso que ambos nos dimos
junto a caricias y mimos
un siglo se prolongó.
Gozando la seducción
ardiente de la emoción
que tremola de ternura,
donde un amor de locura
exaltaba el corazón.
Derrochando tal pasión;
vila tan dulce y tan bella,
y tanto amor habia en ella
que vi la consumación
de un amor,
do la reconciliación,
se adornaba con calor
al delicioso dulzor,
que en nuestas almas vivia,
le di entera el alma mía,
con lujuria la besé
y siempre consideré
que el amor que ella sentia
jamás yo lo olvidaré.
El poeta
desconocido.
15-7-o11